Pablo Escobar, 1º ESO D
Este es un posible final para la historia de “El Desafío de
Aracne”, un mito griego que narra la historia de la hija
de Idmón, un rey. Ésta, cuyo nombre era Aracne, desafió a Atenea en un duelo de
tejedoras. Aracne se creía mejor que Atenea y ésta transformó a Aracne en una
araña por su arrogancia.
Posible continuación: La venganza de Idmón.
Al
enterarse el rey Idmón, padre de Aracne, de que su hija había sido transformada
en araña por parte de la mismísima Atenea, se sintió muy solo pues su hija era
lo único que le quedaba. Se encerró en su castillo y con los años se fue
volviendo loco y fue desarrollando un odio implacable contra Atenea. Ella le
había salvado la vida a Aracne, pero Idmón sólo se fijaba en que su hija había
sido transformada en insecto.
Al cabo de tres años, el pueblo se dio cuenta de que el rey
no había salido de su castillo y decidieron escoger a un nuevo rey. Recordaron
hechos como el de Edipo y observaron que quien cometiese un acto heroico y
demostrase su fuerza, sabiduría y valor en una prueba legendaria sería rey.
Esto llamó la atención de Zeus, el rey del Olimpo, hogar de los dioses, que
bajó a la tierra a retar a la ciudad.
Mientras tanto, Idmón, refugiado en la oscuridad tres años,
perdió prácticamente el sentido de la vista y, cuando uno de sus consejeros le
dijo que un dios había bajado a la ciudad, Idmón pensó que era Atenea y se armó
para matarla por lo que le hizo a su hija.
Zeus, jubiloso, reunía las propuestas de los ciudadanos para
la gran prueba. Pero su júbilo acabó cuando vio bajar a Idmón, que gritó:
-¿Estás
preparando quién será el rey? ¡Yo soy el rey!
-Idmón, estás cegado por tu
locura y tristeza. No estás en condiciones para reinar—Le contestó Zeus, rey de
los dioses.
Idmón, que no veía nada, confundió a Zeus con Atenea y le
cortó una mano, furioso.
-¿Qué eres sin tu habilidad para
tejer? ¡¡Nada!! Sólo conservas tu don para creerte mejor que la gente—gritó
desafiante a Zeus—¡Vete antes de que te corte el resto de miembros!
Del
brazo de Zeus no manó sangre, sino su mano regenerada. Empezó a flotar en el
aire, los ojos se pusieron rojos y llamó a Poseidón, que haciendo caso a Zeus,
usó su poder para hundir la ciudad bajo el agua, ahogando así a todo aquel que
permaneciera en ella.
Más tarde, Zeus se dio cuenta de que se había dejado llevar
por su ira, una vez más, y revivió a todo el mundo excepto a Idmón, que se
hundió junto a su ciudad por intentar matar a Zeus, el rey de los dioses.
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