Ana Molina, 1º ESO A
Voy a dedicar este
capítulo de mi biografía a la mejor profesora que he tenido hasta el momento.
Se llama Elvira Pérez, es de Bullas y tuve la suerte de que me diera clase en
3º, 4º, 5º y 6º de primaria, cuatro años en total. Se jubiló el año pasado,
justo cuando nos fuimos del colegio, fuimos su último curso.
Elvira siempre ha sido guapa a mis ojos. Tenía el cabello por
los hombros, de un moreno no muy oscuro y los ojos de color verde esmeralda.
Llevaba gafas y no era muy alta. Era sabia y culta, siempre interesada en las
noticias, la literatura y los nuevos descubrimientos. Me encantaba cuando nos
contaba historias antiguas, de mitología y que, a la vez, contribuían a nuestra
sabiduría. Siempre tuvo tiempo para juegos y teatros, otra de las cosas por la
que esta redacción va dedicada a ella.
Los teatros que hicimos con ella siempre
fueron motivo de nuestro ánimo. Durante nuestros últimos tres años de colegio
representamos tres obras, una por curso, que interpretábamos cada curso nada
menos que en el Centro Cultural de Santiago y Zaraiche.
A pesar de todos estos entretenimientos, nunca descuidó
nuestra formación académica. Mi actividad favorita (fuera de los teatros e
historietas) eran las redacciones que nos mandaba hacer todas las semanas. No
eran como estas, sino que nos daba unas líneas y a partir de ahí, cada uno se
inventaba una historia. Era muy divertido y todas las semanas dedicábamos un
rato de la clase de Lengua a leer un par de redacciones.
Elvira nos enseñó a escribir de una manera elegante y atractiva.
Dedico este
capítulo a Elvira porque con ella aprendí a aprender de todo y de todos,
incluso de mí misma y de mis errores, y porque gracias a ella, hoy sé que
quiero dedicarme a la enseñanza, y eso es todo un logro.
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