María Jesús, 3º ESO
Sigo aquí, gritando,
Clamando por mundos infinitos
Cuyo final se escribe con tinta china
Sobre una piel que no es la tuya
Una piel que nadie ha llenado de amor y desgarros
Ni de guijarros de soledad.
Ya se ha convertido en arte
Acordarme de no amarte
De no mirarte con los ojos del que todo perdona
De no encontrar tan dulce la tortura.
Y de no sumirme en una profunda locura.
Desviar la mirada si la magia surge desbocada de la nada
Matar las palabras que asfixian mi garganta.
Mientras observo tus dedos como quien observa el cielo
Y amanece mi mente con tus sonrisas a fuego.
Me dislocas el corazón, lo estrujas y dejas caer.
Y, justo cuando has dejado de matarme a llantos
Me doy cuenta de que te he olvidado
De que eres solo una melancolía fatídica y decorativa.
Pero tus ojos siguen siendo dos acantilados
Dos constelaciones de nubes claras y grises como un beso empañado
Dos caricias que atraviesan y te arrancan hasta los pensamientos.
Y siguen girando hacia mí cuando el mundo no me gira.
Te recuerdo como si de una acuarela se tratara
Te amo como quien ama y honra a sus muertos
Te anhelo como si estuvieras a mi lado
Te sueño como si te viera a través de las pestañas.
Sigo danzando con todos los árboles del reino verde primavera
Aunque ya huela a frío en sus tierras.
Sigo siendo un rey errante por mares de irreversibles males.
Sigo siendo una casualidad, un ser inexplicable.
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