Alma escrita
María Jesús P., 2º ESO B
Le escribo a la tierra,
por resistir y esperar.
Le escribo al agua,
por enseñarme a mutar mi realidad.
Le escribo a las plantas y árboles,
por darme paz y calma.
Le escribo a la llama y a la chispa,
por no desfallecer ni en el letargo.
Le escribo al viento,
por no dejarse doblegar.
Le escribo a las estrellas,
por guiar mi pluma en noches oscuras.
Le escribo al Sol, rey de los astros,
por que siempre está ahí, aún tras la nube gris.
Le escribo e la Luna,
por susurrarme mil misterios.
Le escribo a las sonrisas,
por ser contagiosas.
Le escribo a las lágrimas,
por limpiar los corazones.
Le escribo a los que triunfan,
por dar ejemplo.
Le escribo a los que fracasan,
para que no pierdan su brillo.
Le escribo a los que se rinden,
porque “tarde” es un punto de vista.
Le escribo a los que odian,
porque me dan pena.
Le escribo a los que aman,
por ser tan fuertes.
Y te escribo a ti, ángel sin alas,
porque, con tu simple existencia,
guías mis palabras
y haces florecer mis versos.
Mis palabras desamparadas
encuentran su refugio en tu alma.
Mis ideas desbocadas
con tu parda mirada se calman.
Tú eres mi verso y mi prosa.
Mi pluma y mi pergamino.
Mi espina y mi rosa.
Mi senda y mi destino.
Escribo como sangro,
como canto o bailo,
como lloro o sonrío.
Le escribo a todas las cosas,
porque la tinta de mis venas
jamás se agota, jamás se acaba.
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